domingo, 21 de noviembre de 2010

Neutralidad o trágala

Es domingo, y antes de realizar mis ejercicios matutinos, decido acercarme a una cafetería para hojear el periódico y ponerme al día, mientras saboreo un buen cortado. Ideal está libre, leo la portada, vuelvo la página y me encuentro con la carta del director, Eduardo Peralta, con el curioso título: “La neutralidad de los funcionarios”

El director del periódico nos acusa a los funcionarios, pero no a todos sino a “determinados trabajadores” que mantienen “una pertinaz postura”, de agravar el conflicto provocado por la aprobación del decreto de reordenación del sector público andaluz. Enfrentamiento que mantenemos, según el señor Peralta, pese a que los sindicatos UGT y CCOO firmaran un acuerdo con la Junta, cuando estos representan el 75% del sector en la mesa general de la función pública.

CSIF, sindicato mayoritario entre los funcionarios, y el Partido Popular -aquí el periodista relaciona sutilmente sindicato y agrupación política como dejando caer de forma velada que siguen una estrategia común- entienden que el decreto “a su juicio” supone un atropello que vulnera los derechos de los empleados de la Junta. Quieren evitar “dicen” que 25.000 personas que han entrado como enchufados por el PSOE permanezcan para siempre.

En el siguiente párrafo, expone los argumentos de la consejera Carmen Martínez Aguayo y el presidente Griñán, pero aquí es cuando se echan de menos los matices introducidos por expresiones como “a su juicio” o “dicen” que indican opinión, subjetividad o sesgo, y que emplea cuando se refiere al sindicato CSIF y al Partido Popular.

Por último, el director del periódico nos pide que seamos un ejemplo de neutralidad política –volviendo a la idea de vincular las protestas de los funcionarios con el Partido Popular- y dejemos decidir a los tribunales, en lugar de “estar en la calle con altavoces y reivindicar desde una situación de privilegio, con un puesto de trabajo garantizado, parece excesivo cuando en Andalucía tenemos casi un millón de parados cuyas voces no escuchamos, y se encuentran en una situación claramente peor.”

Sr. Peralta, me gustaría precisar varias cosas:

- Entre el personal laboral y funcionario de la Junta de Andalucía existe una amplia mayoría que está en contra del decreto. Utilizar “determinados trabajadores” es emplear el lenguaje de forma torticera porque transmite la noción de que se trata de un grupo minoritario y radical. Exactamente la misma idea que se intenta difundir desde la dirección del PSOE andaluz.

- En relación con los funcionarios, los sindicatos CSIF, USTEA y SAF representan alrededor del 75 % de este personal, y que por tanto son ellos los que tienen la legitimidad para negociar cualquier tipo de norma que afecte a este colectivo.

- No existe ninguna estrategia común entre los funcionarios y el Partido Popular, ni las protestas están orquestadas por este partido; y que su velada acusación de connivencia también coincide con la que desde el PSOE andaluz - ellos de forma palmaria- se intenta transmitir.

- Es un privilegio en tiempo de crisis tener un puesto de trabajo garantizado, pero que también ello lleva aparejado años de estudio, sacrificio y esfuerzo para aprobar unas oposiciones.

- Los funcionarios no somos unos trabajadores insolidarios, preocupados únicamente por mantener sus privilegios en una región con un millón de parados. Hemos sufrido un importante recorte en nuestros magros sueldos para hacer frente a la difícil situación económica (quien escribe esto ha recibido un recorte en sus ingresos de un 7% en el 2010, y para el 2011 le espera, no la congelación de sus sueldos, como nos dijo el presidente Zapatero, sino un nuevo, y oculto, recorte de un 5% a costa de una reducción drástica de las pagas extras).

- Tenemos todo el derecho del mundo de protestar contra un decreto abusivo, que pretende acabar con un modelo de función pública aprobado por la Constitución española, que dota al empleado público de la independencia necesaria para anteponer el interés general a cualquier cálculo partidario (por cierto, eche de menos una mínima referencia a la manifestación en la que participaron más de mil empleados públicos que tuvo lugar pasado miércoles, 17 de noviembre). O lo que es lo mismo, defendemos una Administración al servicio de los andaluces y no de un partido político.

Por todo ello, le ruego encarecidamente, respeto a los funcionarios y rigor y objetividad a la hora de abordar un asunto tan importante como es el futuro de los servicios públicos.

martes, 2 de noviembre de 2010

La reordenación del sector público o la “legimitación” del enchufismo

Cuando pienso en los políticos socialistas, especialmente en los que están al frente de la Junta de Andalucía, siempre me acuerdo de Jardiel Poncela – gran novelista y dramaturgo del absurdo que tuvo la desgracia de no militar en la izquierda y ser condenado al olvido - cuando decía “los políticos son como los cines de barrio, primero te hacen entrar y luego te cambian el programa”.

Y digo esto, porque tras casi tres décadas de estar instalados en el gobierno autónomo, cuando sienten que por vez primera hay posibilidades reales de que sean desalojados de él en las próximas elecciones autonómicas, quieren dejar una pesada y peligrosa herencia a los –posiblemente- nuevos inquilinos. Hábil maniobra, aunque carente del más mínimo escrúpulo. De una jugada, en forma de Decreto-Ley de Reordenación del Sector Público Andaluz, podrían manejar la Administración autonómica desde la oposición y colocar definitivamente a los afines.

Entre esta peculiar suerte de trabajadores, seguro que podemos encontrar excelentes profesionales, pero también, y probablemente son mayoría, personas cuyo mayor mérito ha sido su militancia en el PSOE y/o su amistad y/o relación familiar con algún cargo de este partido. Resumiendo: lo que de toda la vida se ha llamado “enchufados”.

Los sindicatos de las subvenciones públicas millonarias: CC.OO. y UGT, empeñados en forrarse a costa de perder totalmente su ya dañada credibilidad ignorando las demandas de los afectados, son los cómplices del abuso de nuestros gobernantes, al firmar un acuerdo para que el decreto salga adelante. Menuda papeleta la de los representantes sindicales en los centros públicos cuando tengan que explicar a sus representados las oscuras razones que han movido a rubricar el acuerdo, y tratar de atajar la catarata de bajas en las afiliaciones entre los empleados públicos de toda la vida.

Nuestros ínclitos gobernantes aducen que la “maniobra” es en pos de una Administración más eficiente. En vista de tan peregrino enfoque de la situación, propongo, ya que la lengua evoluciona con la sociedad, que la Real Academia Española se plantee “enchufismo” como sinónimo de “eficacia”. Cosas más raras se han visto.

lunes, 4 de octubre de 2010

Flower power (Joel Hershman, 2000)


Hace unas semanas, de entre los dvds pendientes de ver, decidí rescatar del anaquel una película de una colección de cine que ofrecía “Público” con la compra del periódico. No esperaba gran cosa: quizá fuera una carátula poco atrayente, una sinopsis poco motivante, una “traducción” del título libre y errada, o simplemente que fuera de un director desconocido. Y eso a pesar de contar con un reparto donde figuraba mi adorada Helen Mirren. Una actriz con un talento prodigioso, una sensualidad y una elegancia portentosas, y que como los buenos vinos, gana con los años.

La película en cuestión era Flower power -extraña traducción (o simple reinvención) para una película originalmente titulada Greenfingers- y narra la historia de un grupo de presidiarios británicos, que llegados a un establecimiento penitenciario bastante singular (los presos viven en un régimen más parecido a una residencia de estudiantes que una cárcel, que forma parte de un experimento que lleva a cabo el Ministerio de Prisiones de Reino Unido) que busca la redención de sus internos con una serie de programas de inserción laboral. El director de la institución, en vista de que los nuevos presos no muestran el más mínimo entusiasmo por ninguna de las actividades que oferta, decide crear un nuevo programa: la jardinería. El variopinto grupo, comandado por Colin (Clide Owen), un joven con un talento innato para las plantas, y Fergus (David Kelly) un refinado anciano cargado de sensibilidad y sentido común, tendrá como mentora –gracias a una visita accidental a la prisión- a la señora Woodhouse (Helen Mirren), gurú nacional de la jardinería.

Para articular la historia, el director se vale de una nómina de actores que mezcla la veteranía de David Kelly (actor con una amplia trayectoria teatral) o Helen Mirren con la juventud de Clive Owen y la bisoñez de Adam Fogerty (boxeador y jugador de rugby profesional que resuelve felizmente la que probablemente es su ópera prima en la interpretación dando vida a un hilarante personaje).

Flower power es una comedia agridulce, sencilla y excesivamente ingenua, que muestra que los ambientes más sórdidos también están poblados por tipos honestos que cometieron algún grave error que llevan marcado a fuego en su conciencia, o que simplemente la vida no les ofreció ninguna oportunidad, y que merecen ser redimidos ya sea a través de la jardinería o de cualquier otra cosa que les devuelva la esperanza de que este mundo también puede ser un lugar amable.

Por cierto, que además de ser una película que se deja ver y transmite un mensaje muy positivo (pondríamos decir que hasta candoroso, pero que tampoco vienen mal viendo los tiempos que corren), tiene la guinda de una banda sonora muy notable (Springsteen, Sting, Elton John, Tears for Fears, U2 y el mismísimo George Frideric Handel). Merece la pena

domingo, 19 de septiembre de 2010

La expulsión de Sarkozy


La comunidad gitana en España ha sido, antes de la llegada masiva a partir de finales los noventa y en una época de bonanza económica, de marroquíes, hispanoamericanos y ciudadanos de Europa Oriental, y tras la expulsión de moriscos y judíos una vez conquistado el Reino de Granada, la minoría étnica más importante – numérica y culturalmente- de nuestro país.

Los gitanos, aunque provenientes de la India, llevan siglos instalados en esta tierra y tienen tanto derecho como el que más a ser españoles. Resulta obvio, pero conviene recordarlo para individuos instalados en el prejuicio.

Dicho esto, y sin entrar en si la medida de expulsión de ciudadanos asentados en campamentos de Francia de Sarkozy es adecuada o totalmente equivocada, dos apreciaciones:

- Desde distintos medios se ha intentado manipular la información, achacando a tal medida motivaciones racistas. Sinceramente no creo que la xenofobia sea una de las razones de tal decisión (no todas las personas expulsadas son de etnia gitana), sino más bien cuestiones de seguridad. Y ya que hablamos de las razones que mueven a tal decisión, cabría preguntarse por el populismo de la medida en un momento en el que la popularidad del presidente francés es manifiestamente mejorable.

- Causa estupor el apoyo de Zapatero a Sarkozy. El hasta hace poco adalid de los derechos sociales, defensor de los más desfavorecidos, ahora, y tras el mayor recorte social que ha vivido España en unas cuantas décadas, nos sale con esto. Últimamente cuando escucho a ZP siempre me viene a la cabeza una frase de Groucho Marx en el “Hotel de los Líos” o “Room service” (William Seiter, 1938): Estos son mis principios, si no te gustan tengo otros. ¿Por qué será?

sábado, 24 de julio de 2010

El Mundo en tus manos

El mundo está en tus manos, reza un estribillo de una canción que se oye últimamente en las radiofórmulas y que no deja de martillearme la cabeza. La letra de ese espléndido e incombustible grupo musical, liderado por el gran Rafa Sánchez y que es La Unión, nos invita a ver este mundo con ojos de niño, y tratar de cambiarlo con la ilusión y la inocencia de los primeros años, y así legar a nuestros hijos y nietos una versión mejorada del actual (muy perjudicado).

No sé si la solución está en la economía sostenible –ahora parece que para que cualquier cosa sea buena debe llevar adherido este manido adjetivo- o si se trata de un camelo más con el que los políticos de turno continúan tomándonos el pelo.

En cualquier caso está bien que la música pop, además de un vehículo de ocio y distracción, también trate de transmitir mensajes oportunos. Quizá alguno pueda pensar que la letra es un tanto naif, pero esto no es un ensayo sesudo, sino letra y música fresquitas y con moraleja. Para mí, y en estos tiempos que corren, ya es bastante.

¡Chapeau, La Unión!

lunes, 29 de marzo de 2010

Landero-Salinger


Cuando viajo, ya sea por motivos laborales o por placer, siempre – o casi – sigo el mismo ritual. Me levanto muy temprano para dar un paseo matutino por el lugar, en busca de un céntrico café situado en una concurrida calle para desayunar acodado en su barra. Hojeo un periódico - preferiblemente local - y entre noticia, sorbo y bocado, ojeo a la clientela o a las personas anónimas que, diligentemente unas y apesadumbradas y cabizbajas otras, se dirigen a sus quehaceres. Quizá es que sea algo cotilla, o simplemente es que me gusta imaginar dónde se dirigen, cómo son sus vidas, qué ilusión les impulsa o qué miedo los atenaza. Además disfruto, cada vez más en un mundo tan globalizado, comprobando cuan diferentes somos aún por poca distancia que nos separe.

Mi ritual viajero también me lleva, en horas vespertinas y ya libre de obligaciones, a visitar librerías a la caza de novedades, o de viejas obras a la que se les ofrece otra oportunidad de conquistar espíritus. Esta vez los elegidos fueron, influido por uno de mis blogs de cabecera, Opiniones intempestivas, “Retrato de un hombre inmaduro” de Luis Landero (José Antonio Flores hizo una breve reseña) y “Nueve cuentos” de Jerome D. Salinger (rindió también en su bitácora un homenaje tras su muerte).

Había oído o leído acerca del talentoso escritor de origen extremeño, pero no suelo encontrarme cómodo con la novela española contemporánea, salvo honrosas y eclécticas excepciones: Vila-Matas, Delibes, García Pavón, Quim Monzó o Eduardo Mendoza. Pero en aquellas librería, quizá por el imperioso deseo de llevarme un libro como botín tras el asalto de la ciudad foránea, decidí comprar la última novela de Luis Landero. Y, tras su lectura, puedo decir que fue un acierto.

Retrato de un hombre inmaduro es una novela donde el protagonista narra en primera persona, y en su lecho de muerte, su vida. El recuerdo de distintas y curiosas situaciones que no siguen un orden temporal, el pintoresquismo de los personajes que le acompañan, o las reflexiones impregnadas de humor yprofundidad son los instrumentos que de forma hábil y efectiva emplea el escritor para esbozar con oficio a un hombre complejo, errático y contradictorio.

Mi segunda elección fue un librito de cubierta muy discreta y clásica, encuadernación de tapa dura, y a un precio más que razonable, perteneciente a la colección Diamante de Edhasa. Se trata de una serie que, a modo de celebración, rescata del fondo que la editorial ha ido reuniendo durante sus 60 años de existencia los títulos más representativos de su vida editorial (La isla del tesoro, Nuestro hombre en la Habana, Un mundo feliz, La peste, Manhattan transfer, Primavera con una esquina rota, o Memorias de una amante sarnoso, por poner algún ejemplo de la calidad y variedad de las propuestas). Me decanté por Nueve cuentos del recientemente fallecido Salinger.

Salinger, nos dejó una novela extraordinaria –El guardián entre el centeno- y una serie de relatos breves que lo sitúan entre uno de los mejores cuentistas de la literatura del siglo XX. En Nueve cuentos el escritor retrata con pluma ágil personajes e historias que reflejan su peculiar forma de ser y entender la vida, su pesimismo existencial y la honda huella que le dejó su experiencia en la 2ª Guerra Mundial.

P.S. He de confesar, que no era a Salinger a quien buscaba, pues aunque me encantó El guardián en el centeno, tenía mucha curiosidad por leer Viaje al fin de la noche de Louis-Ferdinand Céline, magnífico escritor y discutible persona. No la tenían.

domingo, 17 de enero de 2010

El manantial (King Vidor, 1949)

Hace poco he tenido el placer de ver una de las mejores películas de King Vidor, un director enorme que ha hecho el cine un poco más grande. “Fountainhead” o “El manantial” cuenta con un reparto encabezado por Gary Cooper, dignamente acompañado por secundarios de auténtico lujo (Patricia Neal y Raymond Massey) y el virtuosismo musical de Max Steiner.

Cooper encarna a un abnegado arquitecto que persigue sus ideales ignorando – de forma insultante para quienes buscan pervertirlo para ponerlo a su servicio – modas, convencionalismos sociales, o peajes para alcanzar el éxito fácil. En esta lucha desigual y titánica que libran sus principios contra la masa, manipulada hábilmente por el director de un importante periódico (Massey, como antihéroe), y con el único apoyo de su valiente enamorada (Neal, la heroína atormentada).

Las interpretaciones, especialmente la de Patricia Neal, pueden parecer excesivamente melodramáticas pero son totalmente acordes con el gusto de la época. También es muy destacable su fotografía en blanco y negro, perfecta para reflejar dramáticamente la épica de la historia (contraste de luz y sombra, colosalismo arquitéctónico de los interiores, planos contrapicados, panóramicas de gran perspectiva en los exteriores), la evolución en los roles desempeñados por la pareja protagonista (planos en la cantera con Neal en una posición elevada frente a Cooper, y viceversa en el momento final) y la tensión sexual que existe entre ellos (recurrencia a símbolos fálicos en las escenas que aparecen juntos: martillo eléctrico, punzón o prominentes rascacielos).

Por cierto, los proyectos y edificios del arquitecto de la película se parecen sorprendentemente a los que en su día realizó Frank Lloyd Wright.

Película absolutamente recomendable que transmite buen cine y valores: mantenimiento de principios e ideales por difícil que nos resulte, perseverancia, esfuerzo e integridad. Algo de lo que andamos muy necesitados en una sociedad cada vez más dada a la molicie, la comodidad y el conformismo.