viernes, 24 de octubre de 2008

Dashiell Hammett que estás en los cielos...


Me tomo la licencia de remedar el título de una película de la cineasta Pilar Miró -mujer rotunda atrapada en un delicado cuerpo- en el que rendía un homanaje a Gary Cooper como encarnación del amor ideal (eso sí que era cine español con mayúsculas), para traer a colación en este rincón a mi admirado Dashiell Hammett.

Hace ya unos cuantos años que llegaron a mis manos unos ejemplares de "Ajoblanco". Se trataba de una revista hecha en Barcelona, escrita en castellano, con un espíritu crítico y abierto, y cierto tono libertario. Desgraciadamente desapareció definitivamente en 1999 por la falta medios y de subvenciones, empobreciendo más aún el páramo cultural que el nacionalismo intenta imponer en Cataluña. Disculpar la digresión, pero es que esta revista fue un hito cultural en nuestro país, y me dió mucha pena cuando dejo de publicarse. Gracias a Ajoblanco pude conocer la novela negra americana, y a uno de los padres, en mi opinión el principal, del género: Dashiell Hammett. Hasta entonces, yo consideraba que la novela negra era una literatura menor. Equívoco resuelto por un número de la publicación donde había varios artículos que aludían a la calidad de sus obras y el buen oficio de sus autores.
Dashiell Hammett llevó una vida muy ajetreada e intensa, cuya experiencia plasma en sus relatos -entre otras muchas cosas fue detective privado- y que le confieren un estilo literario directo, brusco y realista, plagado de ágiles diálogos y acción, que produce historias donde lo verdaderamente importante no es la resolución del enigma que plantean -propio de los relatos de misterio de Conan Doyle, Chesterton o Christie por ejemplo- sino mostrar sin tapujos la despiadada realidad social a la que se enfrenta el protagonista. Éste, sea Ned Beaumont, el agente de la Continental, Sam Spade o Nick Charles, es un detective duro y sin demasiados escrupulos -sobran en un mundo de corrupción y violencia- que sobrevive a las tragedias cotidianas y a la falta de fe en el género humano, renunciado a cualquier tipo de emoción.

Hammett, como otros autores de literatura negra contemporáneos como Raymond Chandler (otro grande del género), publicaban sus novelas por entregas en la popularísma revista "Black Mask". Una "pulp magazine" (revista de ficción barata) donde escribían algunos de los mejores autores de la narrativa estadounidense del siglo XX.

A partir de 1934, poco despúes de comenzar su relación con Lilian Hellman, activista de izquierdas y aspirante a escritora, no volvió a escribir nada destacable (guiones para películas, series de televisión y programas de radio, y algún relato corto). En 1936, ingresó en el partido comunista, probablemente arrepentido de sus andanzas como "rompehuelgas" en su etapa como detective, y llevando a cabo una comprometida lucha en defensa de los derechos civiles. Más tarde, fue encarcelado durante unos meses por "actividades antiamericanas", en la caza de brujas organizada por el machartismo.

He leído que comenzó a escribir no por afición, sino con el objetivo de disfrutar de una vida más cómoda y sosegada. No lo creo, pero si fuera cierto, no amengua el hecho de ser un genio que aunó el éxito entre los lectores con el respeto de la crítica, y que pese a su reducida producción -cinco novelas y unas decenas de relatos cortos- y la brevedad temporal de su periodo creativo (1929-34) haya llegado a convertirse de los autores más importantes de la narrativa contemporánea al que debemos obras de arte tan espléndidas como "Cosecha roja" o "El halcón maltés".