sábado, 22 de noviembre de 2008

La Cúpula de la Alianza de Civilizaciones o el progresismo manirroto

Desde la propuesta de una Alianza de Civilizaciones de nuestro presidente Zapatero –remedo del Diálogo de Civilizaciones que planteó también ante Naciones Unidas el político iraní Muhammad Jatami- en la 59ª Asamblea General de la ONU en 2004, como instrumento de acercamiento entre Occidente y los países musulmanes a través del moderación de las desigualdades económicas y el diálogo cultural, y como alternativa pacifista a la solución militar frente al terrorismo islámico, han apoyado esta iniciativa más de 80 países. La confianza en el invento, presumiblemente amplia en vista de su número de avales, no lo debe ser tanto a juzgar por la discreta cifra que representa a los países que han aportado financiación, poco más de una decena.

También se han manifestado voces críticas en torno a la iniciativa, tachándola de bisoña o censurando su relativismo moral –tan característico del buenismo de ZP- al igualar todas las civilizaciones.

El miércoles pasado, cuando fui a desayunar a mi cafetería habitual –una de las pocas en las que todavía puedes disfrutar de buen café y exquisitas tostadas sin pensar que te están afanando la cartera- mientras esperaba a mi compañero de tertulia matutina, hojeé el periódico que estaba libre, concretamente “El Mundo”. Quedé totalmente impactado por el efectismo de su portada. Contraponía dos fotografías por un lado la inauguración en la Cúpula de la Sala XX de la sede ginebrina de la ONU –bautizada por Zapatero, implicado personalmente en el proyecto, como Sala de la Alianza de Civilizaciones-, de la fastuosa obra del artista Barceló, y por otro unos bebés congoleños sobre unas camillas en una humilde sala que hacía las funciones de hospital a los que se les trataba de salvar la vida con unos modestísimo flexos a modo de improvisadas incubadoras.

El Estado español pagará 7,4 de los 20 millones de euros que ha costado el “mar-cueva” –11 de los cuales se embolsará el artista mallorquín- y el resto será financiado por capital privado. Este afán derrochador de nuestro gobierno en tiempos de inminente recesión –ya incluso reconocida por el ministro Solbes- resulta indecente al comprobar que 500.000 euros de la cantidad abonada por España han sido detraídos de los fondos destinados a la Ayuda al Desarrollo para costear el ostentoso adorno. Mientras tanto en la República Democrática del Congo se está librando una cruenta guerra civil que ocasiona decenas de miles de víctimas, para quienes la ayuda que está proporcionando la misión de la ONU, por grande que sea, –que lo es- siempre resultará insuficiente.

Por todo ello, al mirar las dos fotos encontradas en esa portada sentí una profunda tristeza por el destino de esas inocentes víctimas, y también una rabia infinita por la vanidad y la arrogancia obscena de políticos que se permiten lecciones de solidaridad y preocupación por los más desfavorecidos sin mostrar el más mínimo pudor, a la vez que emplean los fondos destinados a combatir la pobreza para costear sus faraónicos perifollos.








viernes, 24 de octubre de 2008

Dashiell Hammett que estás en los cielos...


Me tomo la licencia de remedar el título de una película de la cineasta Pilar Miró -mujer rotunda atrapada en un delicado cuerpo- en el que rendía un homanaje a Gary Cooper como encarnación del amor ideal (eso sí que era cine español con mayúsculas), para traer a colación en este rincón a mi admirado Dashiell Hammett.

Hace ya unos cuantos años que llegaron a mis manos unos ejemplares de "Ajoblanco". Se trataba de una revista hecha en Barcelona, escrita en castellano, con un espíritu crítico y abierto, y cierto tono libertario. Desgraciadamente desapareció definitivamente en 1999 por la falta medios y de subvenciones, empobreciendo más aún el páramo cultural que el nacionalismo intenta imponer en Cataluña. Disculpar la digresión, pero es que esta revista fue un hito cultural en nuestro país, y me dió mucha pena cuando dejo de publicarse. Gracias a Ajoblanco pude conocer la novela negra americana, y a uno de los padres, en mi opinión el principal, del género: Dashiell Hammett. Hasta entonces, yo consideraba que la novela negra era una literatura menor. Equívoco resuelto por un número de la publicación donde había varios artículos que aludían a la calidad de sus obras y el buen oficio de sus autores.
Dashiell Hammett llevó una vida muy ajetreada e intensa, cuya experiencia plasma en sus relatos -entre otras muchas cosas fue detective privado- y que le confieren un estilo literario directo, brusco y realista, plagado de ágiles diálogos y acción, que produce historias donde lo verdaderamente importante no es la resolución del enigma que plantean -propio de los relatos de misterio de Conan Doyle, Chesterton o Christie por ejemplo- sino mostrar sin tapujos la despiadada realidad social a la que se enfrenta el protagonista. Éste, sea Ned Beaumont, el agente de la Continental, Sam Spade o Nick Charles, es un detective duro y sin demasiados escrupulos -sobran en un mundo de corrupción y violencia- que sobrevive a las tragedias cotidianas y a la falta de fe en el género humano, renunciado a cualquier tipo de emoción.

Hammett, como otros autores de literatura negra contemporáneos como Raymond Chandler (otro grande del género), publicaban sus novelas por entregas en la popularísma revista "Black Mask". Una "pulp magazine" (revista de ficción barata) donde escribían algunos de los mejores autores de la narrativa estadounidense del siglo XX.

A partir de 1934, poco despúes de comenzar su relación con Lilian Hellman, activista de izquierdas y aspirante a escritora, no volvió a escribir nada destacable (guiones para películas, series de televisión y programas de radio, y algún relato corto). En 1936, ingresó en el partido comunista, probablemente arrepentido de sus andanzas como "rompehuelgas" en su etapa como detective, y llevando a cabo una comprometida lucha en defensa de los derechos civiles. Más tarde, fue encarcelado durante unos meses por "actividades antiamericanas", en la caza de brujas organizada por el machartismo.

He leído que comenzó a escribir no por afición, sino con el objetivo de disfrutar de una vida más cómoda y sosegada. No lo creo, pero si fuera cierto, no amengua el hecho de ser un genio que aunó el éxito entre los lectores con el respeto de la crítica, y que pese a su reducida producción -cinco novelas y unas decenas de relatos cortos- y la brevedad temporal de su periodo creativo (1929-34) haya llegado a convertirse de los autores más importantes de la narrativa contemporánea al que debemos obras de arte tan espléndidas como "Cosecha roja" o "El halcón maltés".

sábado, 23 de agosto de 2008

Canícula de lectura

Tras semanas de abandono de mi querido y maltratado blog, vuelvo a la carga con algunas recomendaciones de libros. Este verano, y pese al poco tiempo de que dispongo para esta "manía" -una apreciación subjetiva, ¿poco tiempo comparado con quién?- estoy acertando con mis elecciones. Tengo unos cuantos libros pendientes, aunque no todos me proporcionarán tanta satisfacción como los que ha leído hace poco o continúo descifrando.
Comencé el verano con algo ligero -por supuesto no por sus argumentos y su calidad literaria- y francamente entretenido: El candor del padre Brown de Gilbert Keith Chesterton. De este autor británico sólo había leído su peculiar Breve historia de Inglaterra, publicada por esa magnífica editorial que es El Acantilado. Con tan feliz precedente (un estilo muy original, una erudición sin visos de afectación y sublimes pinceladas de humor), decidí salvar de mi librería de viejo habitual una de las entregas de la aventuras de ese atípico detective amateur que es el pequeño y rechoncho sacerdote católico conocido como padre Brown. Son una serie de pequeños relatos, que dan muestra de la agudeza del clérigo y de su prodigioso conocimiento de la mente humana en la resolución de una serie de insólitos y misteriosos crímenes que suceden alrededor de nuestro protagonista.
A continuación, e invadido por una sed de misterio, supense y terror que mitigara los calores estivales, me decanté por Otra vuelta de tuerca del norteamericano, nacionalizado británico, Henry James. Tampoco había leído mucho de este autor, en realidad únicamente me había topado hace un par de años con El cerco de Londres, obra donde compara -si la memoria no me traiciona- las convenciones de la alta sociedad británica (conservadora y encorsetada) y la estadounidense (más espontánea, inocente y liberal) a través de una joven americana empeñada en triunfar en los salones de baile más aristocráticos de la vieja Inglaterra. Obra menor, en comparación con la espléndida Otra vuelta de tuerca, novela de terror, en la que una institutriz nos cuenta su experiencia en una masión rural al hacerse cargo de dos huérfanos, sobrinos de un distinguido caballero, que con una ajetreada vida social en Londrés, no tiene el más mínimo interés en los niños. Una vez en Bly, la misteriosa residencia de los infantes a los que tiene que educar, ha de enfentarse a los fantasmas del pasado que se resisten a abandonar a sus excepcionales pupilos. Intriga sin tregua y profundo análisis psicológico de los personajes con un súbito final, que, aunque tiene sus detractores, a mí me parece brillante, además de estar abierto a múltiples interpretaciones. La historia ha sido llevada al cine en distintas ocasiones, pero quizá la más lograda es la película de Jack Clayton The innocents (1961) con una soberbia Deborah Kerr.
Por último, y para no abundar en la literatura anglosajona y hacer un poco de patria, Pipá de Leopoldo Alas "Clarín". Autor anticlerical, muy influenciado por el naturalismo de Zola. Pipá, primer libro publicado por este zamorano, maestro de la prosa corta, es un colección de relatos que toma el nombre del primero de ellos, y que retrata en crudo, mordazmente, y "sin edulcorantes" los vicios de la sociedad española a finales del siglo XIX. Adiós, Cordera y especialmente La Regenta, son títulos mucho más conocidos y notables de este autor, pero quizá por ello tienen una popularidad que ensombrece otras obras de Clarín que pueden llenar de disfrute nuestros ratos de solaz, y ayudarnos a conocer a un escritor preocupado por elevar el nivel cultural de sus conciudadanos y alejarlos de la vulgaridad imperante, y que tuvo gran influencia en el regeneracionsimo de la Generación del 98 (Azorín, Baroja, Unamuno, Manuel y Antonio Machado, Ganivet, Maetzu, Benavente, Blasco Ibañez...) y en la literatura española posterior.
Continúa mi verano, y prometo otro nuevo capítulo con más recomendaciones que espero que a alguien puedan resultar valiosas.

martes, 1 de julio de 2008

El moderno Prometeo


Hace muy poco he terminado un libro que me parece merecedor de un comentario, por breve que sea, y de una reflexión. Se trata de Frankenstein o El moderno Prometeo de Mary Shelley, cuyo personaje, a diferencia de otros mitos del terror como Drácula, nacidos de leyendas populares y recrados por literatos o cineastas, es fruto de la portentosa imaginación de la escritora inglesa.


Frankenstein tiene su origen en un ingenioso pasatiempo ideado por Lord Byron, durante unas vacaciones que disfrutó en Suiza, acompañado por el matrimonio Shelley y el doctor Polidori. Tras leer una antología de cuentos de terror populares en Alemania, Byron invito a sus amigos a inventar una historia de terror. Mary, tras un sueño, ideó a la criatura que nos ocupa. Con el tiempo, la historia, profusamente versionada en la literatura, el cómic y el cine - El Golem (1921), Doctor Frankenstein (1931) son ejemplos de películas magistrales basadas en este relato- se han convertido en auténtico mito popular.


La novela - considerada la primera obra sobre ciencia ficción - se plantea cuestiones como la moral científica, la ambición del ser humano al intentar ocupar el papel de Dios, o la inclinación natural del hombre hacia el bien o el mal y su envilecimiento o regenaración en contacto con la sociedad. Particularmente, el tema que más me interesa es el último.
¿Nacemos con una disposición hacia el bien o el mal, o la vamos adquiriendo conforme establecemos relaciones con nuestros semejantes? ¿Qué importancia tiene la influencia de nuestra experiencia para decantarnos hacia un lado u otro? Creo que el contacto con la sociedad, las vivencias que vamos acumulando, son las que van inclinando nuestra actitud y comportamiento hacia la benevolencia o la perversidad. Si es así, ¿no debiera ser el ambiente en el que se ha movido un individuo que ha cometido un delito, teniendo en cuenta fundamentalmente su niñez y adolescencia, un atenuante e incluso un agravante, en función de lo penoso o lo cómodo que haya sido este contexto?

viernes, 30 de mayo de 2008

Obsesión

(Relato muy breve y de hace unos años. Me da mucha pereza escribir y aún más verguenza mostrar lo poco que he hecho, pero alguna vez tenía que ser la primera).

Cada mañana, esperaba con impaciencia el momento de tomar el autobús para encontrarme con ella. Desde la primera vez que la vi, no podía apartarla de mi mente y la media hora de trayecto se me hacía escasa. Tanto que empecé por no apearme en mi parada, para conocer cuál era su destino, y desde allí ir caminando a la oficina. Al tiempo, aquello resultó insuficiente y me atreví a seguirla al desconchado edificio al que se dirigía cada mañana.

Un día el director de la empresa me llamó a su despacho y me dijo que mi rendimiento había bajado mucho y además llegaba tarde de forma habitual, por lo cual había decidido despedirme. Contesté con un lacónico y sonriente: no se preocupe, lo entiendo.

Esa nueva coyuntura me permitió montar guardia en la cafetería que había frente a su portal. La esperaba hasta que saliera para escoltarla en su largo paseo vespertino en dirección a la destartalada pensión donde se alojaba. Después de semanas de vigilancia, alcance cierta intimidad con el solícito camarero de aquel café, el cual me informó de que las chicas que entraban y salían de aquel edificio trabajaban en una casa de citas. Lo que en principio fue una desagradable sorpresa, pronto se convirtió en la oportunidad de mi vida. Aquella misma tarde la abordé, le dije que llevaba casi un par de años siguiéndola, que conocía donde trabajaba y que pese a encontrarme sin empleo, iba a luchar por redimirla y ofrecerle una vida mejor, más digna. Me miró atónita, y cuando logró recomponerse, se rió en mi cara, llamándome: enfermo, loco, desgraciado. Finalmente, me soltó que un hombre de negocios le había prometido un bonito apartamento y mucho dinero por dedicarse a él en exclusiva, y que no estaba dispuesta a perder ese tren por un fracasado como yo.

Días más tarde, supliqué a mi director recuperar mi antiguo puesto. Tuve que aceptar un menor sueldo y un horario leonino, pero fui readmitido. Más adelante, me ascendieron a jefe de departamento, y a los pocos años, tras la jubilación del director, fui su sustituto. Ahora tengo una esposa joven, guapa y complaciente, dos hijos preciosos, un chalet con piscina en una urbanización de lujo, su perro con pedigrí, y un coche de importación. De ella, -no recuerdo si llegué a conocer su nombre- no se supo nada más. Se lo advertí: sería mía o de nadie.

domingo, 11 de mayo de 2008

Otros ámbitos

Córdoba, Plasencia, Salamanca, Avila, Sevilla.
Esta semana ha sido bastante completita: congreso en Salmanca durante la semana, y boda en Sevilla como colofón a este periplo por tierras de nuestra España.
En esta ocasión aproveché para empacar junto con mudas, algún libro, y la bolsa de aseos -siempre "ligero de equipaje como los hijos de la mar" una camiseta, un pantalon de deporte y una zapatillas. Recordé lo que había disfrutado con la crónica de mi amigo Paco Montoro de su entrenamiento a orillas del Turia, y decidí emularlo modestamente -no por el río ni por el escenario, espectacular, sino por mis limitadas condiciones como atleta- corriendo por las orillas del Tormes. Estaba alojado en el Parador, por lo que sólo tenía que bajar la colina donde se erige este para encontrarme con el puente romano que comunica con el casco histórico de la ciudad.
Tan sólo puede salir a correr un día, el trasnoche y la intensa actividad de las jornadas impidieron repetir la experiencia, pero fue fabuloso. Los cuarenta minutos que duró mi carrera, comenzaron a trote tranquilo hasta alcanzar el puente romano, y dejarlo a un lado, tomando un camino de tierra que discurría sobre un verde parque, donde el ritmo fue volviéndose más vivo animado por la belleza del escenario que tenía a mí derecha: la Catedral Nueva de Salamanca, escoltada por las torres de otros templos. Más tarde, llegué a las pistas deportivas de la Universidad, atrevesándolas con resolución, para ascender por una interminable escalera a un moderno puente que me llevó a los jardines de un complejo hospitalario, desde el que alcancé callejeando, el centro de la ciudad. Las calles de la vieja Salamanca estaban casi desiertas -era muy temprano- y tan sólo cruce mi mirada con gente que iba probablemente a cumplir con sus obligaciones y con los ojos cansados de algún estudiante tras una noche de francachela. Llegué a ritmo vivo a la Plaza Anaya, rodeé la Catedral y bajé hasta el puente romano. Al cruzarlo apreté algo el ritmo para echar el resto en la colina que ascendía hasta mi alojamiento. La temperatura era perfecta, una mañana fresca pero no fría, el cielo estaba limpio de nubes y polución, y la vegetación -es una ciudad llena de parques y jardines- preñada de primavera. Para repetir.
En el viaje de ida tuve la feliz idea de hacer un alto en Plasencia -no conocía esta ciudad extremeña- y disfruté de un paseo por el casco histórico de está bonita y desconocida ciudad con un importante patrimonio histórico artístico (algo descuidado), enclavada en un espacio natural de una belleza impresionante.
A la vuelta, parada obligada, tenía que consultar en Ávila. Intenté -pues no los encontré- localizar unos documentos en el Archivo Militar, situado en la antigua Academia Militar de Intendencia, junto a la Plaza Mayor. He visitado muchas veces Ávila, pero nunca me deja indeferente esta pequeña y recoleta ciudad cargada de historia. Antes de continuar hice un alto en un concurrido bar, para reponer fuerzas con las que afrontar una larga jornada de viaje. Disfruté de una cerveza con una deliciosa tapa de paella (a continuación pedí un plato, pues me supo a poco), y del paisanaje entretenido en animadas conversaciones en torno a vasos de cerveza o vino.
Para el fin de semana, viaje a Sevilla para asistir a una boda. Conozco muy bien la ciudad, y me encanta su primavera, incluso pasada por agua como en esta ocasión. Ocasión excelente para ver a la familia, se casaba un prima, y apreciar el arte barroco del Hospital de la Caridad de Sevilla. Magnífica elección que permite recrearse con su altar, las esculturas de Pedro Roldán o las pinturas de Murillo o Valdés Leal (cuando vivía allí, eran frecuentes mis visitas a su templo para admirar las escatólogicas obras de este artista).
Finalmente, vuelta a la serenidad y seguridad del hogar, tras tantos kilometros, experiencias y recuerdos. Viajar es maravilloso, pues vuelve uno más rico y más lleno, para apreciar lo que uno tiene.

viernes, 28 de marzo de 2008

Tempus fugit

Ahora es fácil, todo es fácil, me basta un susurro
La Unión "Dónde estabais"

Tengo todo el día pegada esta canción a mi cabeza. Una de las mejores canciones de esta banda, todavía en activo, que me ha acompañado durante toda la juventud. He ido envejeciendo con ellos hasta convertirme en un señor maduro que se resiste a serlo, pero al que no le queda más remedio que asumir que la lozanía se amojama tarde o temprano.

Toda esta madeja de palabras para traer a colación el paso del tiempo y sus consecuencias. No me refiero a la decadencia física, que existe y se acepta con la mejor de las caras posibles, sino a nuestra evolución mental. La experiencia va dejando su poso, y día a día se vislumbra el camino un poco más claro, o un poco menos confuso. Y caminando, con paso firme y la mochila ligera, vamos aprendiendo a disfrutar del viaje, buscando la felicidad en las miradas ajenas.
Quizá sólo sea una torpe sucesión de tópicos, mal traída para una causa noble: defender el valor de la veteranía. Eso no quiere decir que no sea cierta

viernes, 21 de marzo de 2008

Arriba, siempre hacia arriba


Tras dos días de inactividad, decidí perserverar en mi buen propósito de alcanzar un mejor estado de forma, que me haga abandonar el furgón de cola al que sigo abonado en las carreras del Gran Premio de Fondo Diputación de Granada. Hoy lucía el sol, después de la lluvia copiosa y tan necesaria -lo siento por cofrades y aficionados a las procesiones- para nuestra tierra, y me apetecía salir a patear andurriales. Mis piernas estaban descansadas, por lo que he decidido acometer un terreno abrupto.


Nunca mido ritmo, tiempo o distancia, porque me gusta ir a mi aire disfrutando del paisaje y sin ningún tipo de presión. Aunque para que os hagáis un idea: trote cochinero durante una hora. Tampoco porto radio o mp3, la música la llevo en mi cabeza. Para hoy he escogido algo que acompañara al paisaje de pinos con un fondo nevado, sacando del baúl de los recuerdos a los Isley Brothers. Concretamente esa canción tan intensa y sensual -si lo dudas es que no has visto la escena entre Linette (Nia Long) y Alfie (Jude Law) sobre la mesa de billar- que se llama Living for the love of you. Mi equipo es bien simple: zapatillas Mizuno -las únicas que tengo-, mallas Champion y una camiseta de algodón con publicidad de Cruzcampo; pero suficiente para acometer el espinazo de una de las vertientes de Cumbres Verdes. Voy ascendiendo con dificultad por caprichosas veredas, a veces muy desdibujadas, a ritmo pausado pero constante. Noto el agotamiento en mis piernas, cuando mi corazón todavía trabaja sin excesivo sufrimiento, y continúo subiendo, repitiendo para adoptar una actitud corajuda: ¡hacia arriba, siempre hacia arriba! Un poco más adelante, mis piernas no responden y ya no queda arrojo. Decido cambiar de vertiente, desciendo mientras intento recuperar el resuello para luego tomar otra cresta y comenzar la bajada. Siento que los gemelos van aflojándose con la suave cadencia de mi marcha, tras el agarrotamiento de la subida, y progresivamente voy sintiéndome mejor. Finalizo en una cuesta con fuerte pendiente, a la que me enfrento con rotundidad para someterla con la satisfacción del deber cumplido.

Ya se que no es gran cosa, pero contado así, uno se imagina la gesta de un atleta de la Grecia clásica. Sólo es un entrenamiento para preparar la próxima carrera del Gran Premio de Fondo -Loja- y no quedar en una posición tan lastimosa para mi maltratado orgullo.

¡Seguiremos en el empeño!

jueves, 20 de marzo de 2008

Orto

Hola a todos:

Aquí comienza -modestamente- la andadura de mi blog. Tenía ganas de crear uno, pero siempre me han causado cierto recelo las nuevas tecnologías, pues me veo muy torpe en estas lides. Como veis, he logrado superar mis miedos y lanzarme al vacío, sabiendo que hay red.

Sólo quiero un espacio donde poder expresarme -me cuesta tanto- y contar qué me gusta, las preocupaciones que me asaltan, las cosas que me interesan... También deseo -es gratis- que sea un lugar abierto, donde pueda aprender, enriquecerme y tender nuevos lazos. Pero también aportar, por poco que sea.

Mi propósito es que la temática sea variada, aunque por el título ya imaginaréis alguno de los asuntos estrella: novela (victoriana, gótica y negra especialmente), cine (clásico)... En este momento de mi vida lo que no me sobra es tiempo libre. Podéis imaginar que el ritmo con el que iré añadiendo contenidos será cachazudo e inconstante; esto último no tiene que ver con mis circunstancias actuales sino con mi forma de ser.

En fin, ¡BIENVENIDOS!