Desde hace un tiempo por motivos de trabajo, pero también por querencia o capricho, me he visto “obligado” a adentrarme más profundamente en la historia medieval española, concretamente en la crónica de la España islámica. Y gracias a la erudición y el rigor de los estudiosos – Julio Valdeón, Rachel Arié, Dozy, Watt, Ladero, Luis Suárez, Sánchez-Albornoz, Serafín Fanjul… - llegar a ser un poco consciente de la importancia de la impronta del Islam en nuestra sociedad.
Resulta difícil teniendo presente la realidad actual de la civilización islámica – en la mayoría de los casos teocracias ancladas en la Edad Media - que ésta alcanzase, entre los siglos VIII y XV, en nuestro país tal sublimidad intelectual y artística. Cuentan los historiadores que los ejércitos cristianos, cuando tomaban las ciudades de Al-Andalus movidos por el espíritu de la Reconquista – que no era sino un trasunto de la Guerra Santa de los musulmanes – admiraban boquiabiertos la belleza de su arquitectura, la elegancia de sus artes decorativas, sus progresos científicos y técnicos, o la delicadeza de su música y su literatura. Tanto es así, que las cortes y alta nobleza de los reinos cristianos adquirieron muchas de las costumbres y usos de Al-Andalus, y era muy común que vistiesen a la moda musulmana, decorasen sus palacios con artesanía morisca, o encargasen edificios civiles, militares y religiosos a alarifes mudéjares. Gracias a la influencia de la civilización islámica española podemos disfrutar en la actualidad de palacios como el Alcázar de Sevilla, templos como la Catedral de Teruel o castillos como el Alcázar de Segovia.
Es cierto que en la sociedad española actual, aunque le pese al tropel de renegados y obtusos, pesa mucho más la tradición judeocristiana, pero no podemos por ello negar la influencia de Al-Andalus, lugar donde la civilización islámica alcanzó sus más altas cotas de virtuosismo. Ejemplos palmarios de aquel extraordinario pasado son la Alhambra de Granada, la Mezquita de Córdoba, la filosofía de Averroes o los poemas de Ibn Hazm o Al-Mutamid.
Resulta difícil teniendo presente la realidad actual de la civilización islámica – en la mayoría de los casos teocracias ancladas en la Edad Media - que ésta alcanzase, entre los siglos VIII y XV, en nuestro país tal sublimidad intelectual y artística. Cuentan los historiadores que los ejércitos cristianos, cuando tomaban las ciudades de Al-Andalus movidos por el espíritu de la Reconquista – que no era sino un trasunto de la Guerra Santa de los musulmanes – admiraban boquiabiertos la belleza de su arquitectura, la elegancia de sus artes decorativas, sus progresos científicos y técnicos, o la delicadeza de su música y su literatura. Tanto es así, que las cortes y alta nobleza de los reinos cristianos adquirieron muchas de las costumbres y usos de Al-Andalus, y era muy común que vistiesen a la moda musulmana, decorasen sus palacios con artesanía morisca, o encargasen edificios civiles, militares y religiosos a alarifes mudéjares. Gracias a la influencia de la civilización islámica española podemos disfrutar en la actualidad de palacios como el Alcázar de Sevilla, templos como la Catedral de Teruel o castillos como el Alcázar de Segovia.
Es cierto que en la sociedad española actual, aunque le pese al tropel de renegados y obtusos, pesa mucho más la tradición judeocristiana, pero no podemos por ello negar la influencia de Al-Andalus, lugar donde la civilización islámica alcanzó sus más altas cotas de virtuosismo. Ejemplos palmarios de aquel extraordinario pasado son la Alhambra de Granada, la Mezquita de Córdoba, la filosofía de Averroes o los poemas de Ibn Hazm o Al-Mutamid.
5 comentarios:
Desde luego que los árabes nos dejaron un legado maravilloso, lo triste es que ahora estén, salvo honrosas expcepciones, instalados en el integrismo.
Saludos, Barry Manilow
800 años creo que Andalucía fue morisca. 500 años llevamos como cristianos. Es portentoso el legado que nos dejaron en nuestras tierras, alcazabas, Giralda, La Alhambra, nombres como el de mi profesión Albañil...etc, etc...lastima lo del integrismo. Saludos
Muy acertada tu entrada Vacuit. Aquel Al-Andalus que nos cuentan los historiadores y reflejan nuestros monumentos y documentos, quizá poco tenga que ver con este mundo musulmán tan actual y dado al fanatismo y el poco respeto a los derechos humanos.
Pero es cierto que nuestra tradición es también judeo-cristiana. En particular yo disfruto mucho de nuestra tradición monumental e intelectual judeo-cristiana y de la derivada del mundo musulmán. Todo es esencial en nuestra historia.
Impresionante nuestra Alhambra y Mezquita pero también el prerománico asturiano y el románico cántabro, por poner un sólo ejemplo.
Saludos y espero podamos saludarnos en Loja.
Hola Barry, es cierto. Es muy sencillo, en tiempos de calamidades y necesidad, inocular el integrismo a la masa ignorante, que desgraciadamente lleva una existencia miserable y, lo que es peor, sin esperanza en que su destino en este mundo mejore.
Saludos
Paco: coincido contigo, portentosa herencia la que nos dejaron. Lástima que la cosas hayan evolucionado o involucionado así.
Veo que tu recuperación va viento en popa. Saludos
José Antonio: también a mí me gusta mucho el romáico, pero me quedo con el arte hispano-musulmán, y sobre todo con esa mezcla tan propia de nuestra esencia que es el mudéjar.
Es cierto que es muy triste que el fanatismo y la violencia que engendra esté llevando a un rechazo de los musulmanes en Occidente.
Espero que haya ido todo bien en Loja. Yo continuo en el dique seco.
Un saludo
No ha ido mal en Loja. Algo he escrito en mi blog.
Espero que el dique seco no sea una lesión grave.
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