(A Miguel, quien un día decidió saltar y marcharse de su vida)
Crecen y se van haciendo impermeables, a fuerza de sentirse incomprendidos, incómodos e incluso angustiados por la sensación de que no hablan el mismo idioma que los demás, no sienten de la misma forma, ni tienen intereses o inquietudes parecidas. Sentimientos que se les van clavando hasta llegar al momento crítico en sus vidas, a la encrucijada donde hay únicamente dos caminos. Uno primero, difícil, pero de salutífera aceptación, donde lo que antes era visto como rareza es ahora una muestra de su peculiar genio (benditos friquis). El segundo, tortuoso y desesperante, en el que no existe estación término, tan solo la negación de la inexorable y patente realidad. Es el camino de los perdedores, de aquellos que cansados de la agonía, esperan postrados que la carretera desaparezca en mitad de la nada, o simplemente, intuyendo la ausencia de destino, deciden saltar del vehículo en marcha.
3 comentarios:
Es una pena que en este mundo, cuando te sales de "lo normal", seas señalado como "raro" y repudiado por las "gentes de bien". Hasta otra,
Joselu
Gente brillante, seguramente rodeados de memos y mediocres. Lamentable lo que cuentas y que leo con retraso. Saludos
Cierto, amigo Joselu, cuando te sales de la norma, la gente "normal" te mira como a un extraterrestre y no quiere saber nada de ti.
José Antonio fue muy lamentable, pues Miguel era una persona muy especial que tenía muchas cualidades, pero que por desgracia no encontró cómo orientarlas. Un saludo
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